Está de moda ir a gabinetes filosóficos para solucionar temas de la vida cotidiana. También, a los cafés en donde se debaten los grandes temas del pensamiento.
Está preocupado por su relación amorosa? ¿Ansioso por el futuro del planeta? No tema, la ayuda de la filosofía está a su alcance. Al menos, en Francia. Mientras que los norteamericanos corren a ver al psicoanalista, en Francia la gente puede tener acceso ahora a los servicios de un filósofo profesional para que los ayude a lidiar con estos apremiantes temas. Magalí Paillier, residente de Estrasburgo, vio esta brecha en el mercado e inauguró un servicio de asesoría filosófica para ayudar a las almas conflictuadas a encontrar un poco de paz.
Y hasta ahora parece que le ha ido muy bien. Es muy amplia la gama de gente, desde empresarios a amantes no correspondidos, que está dispuesta a pagar por la oportunidad de hablar con ella sobre sus dudas y problemas.
Uno de sus clientes es el estudiante universitario Olivier Jacob, quien deseaba entender por qué dilataba tanto el inicio de una tesis de 100 páginas, experiencia que lo deprimía. "Sabía que necesitaba hablar con alguien pero no quería ver a un terapeuta. Quería entenderme mejor a mí mismo y mejorar mi autoestima. Yo me consideraba vago pero Paillier me hizo ver que no es así", cuenta Jacob.Pailler, de 26 años, una ex conferencista universitaria, explica que sus sesiones giran siempre alrededor de lo que dice su cliente, seguido de una forma de dialéctica o debate.
Ella escucha a su cliente, discute con él y fija objetivos. En el caso de Jacob, entre éstos figuró tratar de hacerse tiempo para su tesis y de ser más firme con sus amigos y conocidos."No soy terapeuta y no intento tratar a mis clientes. El propósito de la filosofía es formularnos preguntas y buscar la verdad", asegura Paillier, cuya técnica supone la adaptación de las ideas de los grandes pensadores de modo de ajustarlas a las necesidades de sus clientes.Jacob admite haberse beneficiado ahora con sus sesiones de filosofía: "Me siento más seguro delante del resto de las personas y manejo mejor mi tiempo. Y si bien no estoy escribiendo diez páginas seguidas para mi tesis, las cosas mejoraron". Paillier atiende a unos diez clientes por semana en su gabinete filosófico. Si bien se niega a revelar cuánto cobra, dice que equivale a lo que pide, promedio, cualquier psicoanalista en Francia, cifra que oscila en entre 40 y 50 euros.
Además de ver a clientes privados, Paillier asesora también a empresas y organizaciones del sector público. Recientemente, hizo algunos trabajos para el servicio penitenciario francés, cuando éste quiso inaugurar talleres de teatro para los reclusos. Decidió apelar a Paillier para resolver conflictos entre los guardias de prisión y los actores que supervisaban el experimento."Tuve que manejar el conflicto y facilitar las discusiones entre los actores y los guardias. Creo que el ejercicio fue muy productivo. Los guardias hablaron de forma muy abierta y la raíz del problema resultó ser que se sentían despreciados por los actores", cuenta Paillier.
La tendencia se extiende por toda Francia. En la última década se inauguraron en Francia 176 cafés de filosofía, que atrajeron a muchísima gente. Parece haber revivido el ansia por los temas del pensamiento. La gente quiere debatir y aplicar la filosofía a sus vidas cotidianas, de la misma forma como lo hicieron los griegos en la antigüedad.
TRADUCCION: Silvia S. Simonetti
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